Dedicado a mi amiga personal, íntima soñadora de lo absurdo, María Paz McKagan
Qué será de ti, Oh diosa suculenta,
Qué será de tu estertor de miradas virulentas
No vives mortal, no sientes la dicha
De quien crea sentires, alevosías muchas
Dime si puedes reir aún, dime tú
Que aún deseas palpar el cielo,
Danzar sobre lluvia, respirar la tierra,
Congelar un momento…
Qué será de ti, Oh diosa pordiosera
Que vives sin vivir una vida pendenciera.
Qué será de mi, desdichado poeta,
Si perdiera tu mirada, canción secreta.